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A.V.
Jueves, 16 de febrero 2006, 01:00
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Pocos han hecho tanto por el surf. Lejos del falso estereotipo del surfista pijo, el veterano zarauztarra es todo corazón. Junto a su inseparable amigo y compañero de trabajo en Pukas, Mikel Agote, ha derribado barreras infranqueables hasta la fecha.
- ¿Qué sensaciones le dejó la sesión en Playa Gris?
- Era un día perfecto. El baño empezó bien con dos olas de gran tamaño, sin embargo, el accidente que sufrí con la moto acuática me dejó una sensación agridulce.
- ¿Qué pasó exactamente?
- En un momento me puse al mando de la moto para remolcar a Mikel. Al rebasar una ola perdí el equilibrio y al caerme al agua la moto se desconecto automáticamente. En pocos segundos intenté volver a arrancarla pero me encontré con una ola de frente y tuve que abandonar la moto, que fue arrastrada hasta las rocas.
- Y usted salió nadando con el peligro que eso supone.
- La zona la había estado peinando previamente por si ocurría algo así. Sabía más o menos dónde estaba, así que intenté salir por la zona menos peligrosa. Desde fuera también me ayudaron mediante señales.
- Recuperó la moto.
- Desde aquí mi agradecimiento a todos lo que me ayudaron. Si dejamos que suba la marea no la recuperamos. Ahora arranca e intentaremos arreglarla. Todo gracias a ellos.
- Y mientras sacaban la moto de las rocas las olas seguían rompiendo.
- Una pena porque costará surfear en condiciones parecidas. Prefiero recordar que no hubo ningún herido.
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